Abducidos por Taylor Swift

(Publicado en Soy Country, 2-2-10)

La teen pop star arrasa en los medios

Premios, halagos, peloteo... la joven diva acapara estos días los titulares de cierta prensa que parece abducida por todo lo que dice, hace o sucede a su alrededor.

En tiempos de devastación para la industria discográfica, cuando a la propia crisis global se suma la crisis de ideas y de falta de anticipación a las nuevas tecnologías de un negocio que ha vivido mucho tiempo de las rentas, de payolas bajo cuerda, de inflar los precios de los discos, de espaldas a la promoción del arte, etc., en estos tiempos, decía, aparece la joven artista como la gran esperanza blanca, el "motor" de la recuperación de la industria discográfica country.

Nada más alejado de la realidad. El fenómeno mediático creado en torno a Swift es una cortina de humo más, que oculta la constante bajada general de ventas de la música country mainstream en la última década, el absurdo y progresivo posicionamiento 'teen' del género o la contínua pérdida de influencia del country en los medios de comunicación, en definitiva, la devaluación cualitativa y cuantitativa de la música 'country' mainstream debida a dudosas prácticas de alto riesgo comerciales que benefician mucho a contados artistas y perjudican demasiado al género entero..

¿En qué consiste esta crisis country ninja?. A mediados de los 90 llega un momento en que, debido al éxito del neotradicionalismo y, en especial, al revulsivo que supuso la llegada de artistas de alto voltaje como Alan Jackson, Garth Brooks, Dwight Yoakam, etc. con giras y conciertos espectaculares, los ejecutivos de la industria, los canales country y las cadenas de radio avariciando mayores ventas se plantean un cambio de modelo musical que consistió, básicamente, en añadir pop a la mezcla con el fin de captar más públicos.

Progresivamente, durante estos años se ha ido dando prioridad a los artistas que interpretaban country pop para captar públicos pop, eliminando progresivamente los artistas de raíces. Y, poco a poco, a base de añadir más y más pop, se ha ido creando un género musical el 'nashpop', un Frankenstein artificial, que introduce producciones, ritmos e interpretaciones ajenos a la música country importados del rock y del pop más pegajoso y comercial, un nuevo modelo de producción que ha acabado por transformar por completo la industria musical country para apoyar un nuevo estilo musical que no tiene que ver con las raíces pero al que siguen llamando 'country'. George Jones decía hace poco, "que no le llamen country, que le llamen otra cosa".

En foros americanos leo algunos alaban la 'evolución' actual, casualmente todos aquellos que se quejan de que, antaño, la música country era demasiado 'country'. Increíble paradoja digna de estudio, la música country era demasiado country... Su problema es quieren café con leche, porque el café les parece demasiado fuerte y para ello, modifican genéticamente el cafetal para que tenga ubres.

En este par de días tras la resaca de los premios Grammy leemos titulares tan insensatos como el de ¡Qué!: "Taylor Swift devuelve a la música country a su máximo esplendor". Para reirse o llorar y no parar. ¿Quien, en su sano juicio, puede comparar a Taylor Swift con el máximo esplendor de Kitty Wells, Loretta Lynn, Patsy Cline, Barbara Mandrell, Dolly Parton, Tammy Wynette, Patsy Montana, Rose Maddox, Emmylou Harris...?

Los dos álbumes de su limitada carrera no parece mucho bagaje para comparar, ni para tanta alharaca mediática. Porque no destacan por nada digno de mención. Las facultades artísticas de Taylor Swift son limitadas como cantante, como compositora pop, incluso como producto mediático frente a grandes divas country pop como Shania Twain, a quien no se le podía negar una gran voz, gran belleza y una clase excepcional, aunque su música divagase por mundos extraños.

(En la foto de la izquierda Taylor Swift en pleno montaje mediático cuando un rapero le "roba" el micrófono para proclamar que Beyoncé es mejor artista)


Sus defensores destacan la 'sensibilidad' de las letras de Swift y se dice que, como la música country cuenta historias, Swift representa lo mejor del country. Algo no encaja en esta teoría. Si quisieramos escuchar buenas historias podríamos igualmente escuchar rap, rock, blues, folk... en todos estos géneros se cuentan historias buenas y sensibles tan reales como la vida misma.

El problema que tiene Taylor Swift es que la vida tiene un lado sombrío y solitario que desde siempre ha sido reflejado por la música country, ¿dónde están las canciones de bebedores, perdedores, cornudos, pendencieros, asesinatos, tiroteos (I shot a man in Reno)...? Nada de esto cabe en el mundo políticamente correcto y 'sensible' del 'teen pop' de Nashville.

Y es que la música country es algo más que contar buenas historias, es retratar la vida, las esperanzas y las desesperanzas, el amor y el odio, la bondad y la maldad... Interpretar música country es conectar con la gran herencia musical americana, con sonidos, ritmos y melodías ancestrales, es continuar reforzando ese círculo ininterrumpido de artistas inmortales, es recrear los sonidos mágicos de instrumentos como la steel guitar, el dobro, el banjo o el fiddle que, ahora, tienen arrinconados porque suenan "demasiado country".

Es triste también que algún medio "country", sirva de correa de transmisión de esta larga cadena de cuentos chinos de la industria de Nashville y se olvide de los Zac Brown Band, Randy Travis, Bela Fleck, etc. que también ganaron su Grammy no sólo con campañas mediáticas sino también con su talento. Falta criterio y profundidad.

Seguiremos oyendo hablar de Taylor Swift. Inevitablemente está en el centro de todas las miradas. Pero tal y como sucede en la música pop, esa atención es voluble y caprichosa y pronto se desplazará a otra diva más joven, más hermosa y más pop. Y el cuento de hadas puede que acabe con la bella y joven princesa convertida en rana.

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