Are You Sure Hank Done It This Way?

Tres acordes y la mentira

George Orwell describió con fascinante visceralidad las flagrantes mentiras del totalitarismo mediático en su impresionante relato “1984”. En este libro la versión manipulada hasta la saciedad del lobby dictatorial campaba a sus anchas merced a un control asfixiante y absoluto de los medios de comunicación e incluso de la vida y de la mente de sus ciudadanos.

Hoy en día, Nashville vive una impostura que recuerda la manipulación orwelliana. Desde mediados de los 90 dan gato por liebre. Pop por country. Y lo que dicen que es country no suena a country, ni estilísticamente es country, ni es la evolución natural del género country desde las raíces.

Es el producto marketiniano del conglomerado major de la industria de Nashville, ideado en los despachos de los directivos neoyorquinos de estas grandes compañías discográficas, desarrollado metódicamente por sus departamentos de marketing y plasmado en sus estudios: un nuevo estilo musical políticamente correcto: el nashpop, al que ridiculamente llaman “country” queriendo compararlo continuamente con estrellas de la talla de Hank Williams, Johnny Cash, Lefty Frizzell... Vaya trileros, lo que venden realmente es un género en el que no encontraremos borracheras, asesinatos, infidelidades, turbias pasiones, denuncia social y personajes oscuros tan reales como la vida misma. Porque cantar sobre temas conflictivos asusta, y mucho, en el mundo de algodón de azúcar en el que se ha convertido Nashville.



Country… too country

Pero… ¿por qué lo llaman country cuando quieren decir nashpop? Porque era mucho más rentable apropiarse sibilinamente de una floreciente industria ya establecida, con más 80 años de experiencia musical, emisoras de radio, estudios de grabación auditorios, instituciones como el Grand Ole Opry o el Country Music Hall of Fame, una comunidad musical, etc, etc, que empezar de cero. Comenzaron haciendo “expediente de regulación de empresa” en Nashville y librándose de la “caspa” country. Poco a poco los artistas de segunda y tercera fila country y los clásicos se fueron encontrando sin contrato discográfico, los compositores hardcore sin artistas a los que vender canciones, los productores más country sin artistas a los que producir y los directivos –antiguos músicos y compositores country- de las compañías fueron sustituidos por ejecutivos empresariales. Hubo artistas de primera línea que tragaron con el cambio (Tim McGraw, Kenny Chesney, Darryl Worley…), otros con más principios fueron quedándose sin compañía major, Mark Chesnutt, Ric Trevino, Tracy Lawrence… ¿La razón?... No se quería música que sonara “Too country” (demasiado country) o, en otras palabras, simplemente country. Había que vender más. Mucho más. A nuevos públicos acostumbrados al pop, a los que no desagradase un toque country.

Joey + Rory se guasean en 'Play The Song' de esta manipulación que quieren ejercer continuamente las discográficas:



Paralelamente había que adaptar otras variables del mercado como las radiofórmulas que abrazaron con entusiasmo el nuevo estilo o rebajar la edad de los artistas para que conectasen con un grupo de referencia de consumidores en una edad adolescente adicto, por ejemplo, a conciertos concebidos con grandes parafernalias de luces y sonido. No hay éxito que no se teste previamente en estudios cualitativos de mercado de cara a la radio. Taylor Swift es el resultado destilado de este plan que nos ha llevado a un nuevo mercado musical que no es country en un 95% y que no suena a country salvo excepciones contadas. Un mercado lleno de productos fast food, easy listening y teen power. Es lo que quiere su target ideal de consumidores -ni mucho menos un target country- y es lo que se les da.

La trapacería de querer colar a Taylor Swift como country es es el colofón de la desvergüenza, por la siniestra industria que respalda la impostura. Esta adolescente es el típico producto del mundo “fan” del pop, que canta, compone y suena a pop teenager.  Dijo George Jones -represaliado en los Premios CMA- que no llamen country a lo que se hace actualmente, que lo llamen otra cosa.

Taylor Swift en España

A raíz de la actuación en España de Swift, hemos asistido con impotencia a un circo mediático que desde la ignorancia o desde la complicidad se hacía eco del montaje prefabricado en Nashville posicionando a esta artista como "country". Causa vergüenza ajena y tristeza. ¿Es esto "country"...?



No saben de lo que hablan. Acaso, por su escasa formación musical o por su ausencia de criterio propio no conocen la verdad o no quieren conocerla, o se sienten a gusto comiendo precocinados con conservantes, estabilizantes, y demás sustancias artificiales suministradas por goteo mediático. No obstante es necesario aclarar de nuevo: Taylor Swift no es country. Aunque salga en listas de "country", aunque venda discos comercializados como "country", aunque digan hasta la extenuación que es una cantante "country" y suene en radios presuntamente "country", aunque le den el premio de mejor artista del año en ese pase de modelos en que se han convertido los Premios ACM… Señores 1984, esto... NO ES COUNTRY.

Presiones de la industria ha habido siempre, country pop igualmente, pero hoy la situación es muy diferente. Desde la distancia asistimos impotentes a la inanición, descomposición o, en su caso, cremación de la auténtica música country. Dijo el compositor Harlan Howard que la música country es "tres acordes y la verdad". Hoy por hoy la única verdad en Nashville es que sólo una vergonzosa y descomunal mentira sabida por todos los que allí trabajan y que la mayoría sigue alimentando por los intereses creados, que son numerosos y multimillonarios.  

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